DINERO SUCIO
1 Libro Autor Tom Burgis
Editor Ariel
EL PODER REAL DE LA
CLEPTOCRACIA EN EL MUNDO
PRIMERA EDICIÓN 2022
LIBRO POR ENCARGO
Aquí
la entrada que realiza la editorial
para
promocionar este magnífico libro:
Hay dos mundos que coexisten gracias a la fuerza de lo secreto: uno
ficticio, en el que los gobiernos intentan defender los valores de los
ciudadanos y los derechos democráticos, y otro real, en el que se mezclan los
intereses del Estado y de las élites económicas
Esta obra: DINERO SUCIO; es una ventana al mundo real, aquel en que los políticos y los servicios
de inteligencia y seguridad nacional se codean con organizaciones criminales, y
en el que las agencias de control financiero contribuyen a la opacidad de
cuentas de multimillonarios, dictadores y mafiosos cuyo dinero corrupto está
socavando las instituciones
Desde la City de Londres hasta Ginebra, de
Rusia a Kazajistán, pasando por Zimbabue, Canadá, el Congo…, el recorrido de
esta obra nos muestra no solo los entresijos del dinero turbio, sino también
los nexos entre quienes operan y se enriquecen con ese capital ilícito
Narrado como un thriller, este libro: DINERO SUCIO; revela de manera asombrosa la red de dinero
negro que inunda la economía mundial, una lectura imprescindible en tiempos de
evasión fiscal, blanqueo de capitales y tráfico de influencias
AQUÍ EL PRIMER CAPÍTULO
PARA ADENTRARSE
EN LA TEMÁTICA QUE EL
AUTOR SEÑALA
Kensington,
enero de 2008
Valor moral, sí, pero también
era pillería, una cualidad apreciable en las arrugas que se le formaban en el
rabillo del ojo, lo que hizo que Nigel Wilkins decidiera robar los secretos de
un banco suizo. Fue el año en que todo cambió, 2008, el fin de los viejos
tiempos. Cuarenta años llevaba trabajando en la banca, aunque nunca había
llegado a ser banquero. No de la forma en que los propios banqueros usaban la
expresión, no de la forma en que los demás habían comenzado a usarla
últimamente
Para empezar, él era demasiado tímido. Podía lanzar una mirada granítica
a través de sus gafas. Pero tras ella no se hallaba únicamente la arrogancia
reprimida del hombre más inteligente del que tuviera noticia todo aquel que lo
conocía, sino también una insoportable incomodidad
Ningún
amo del universo que se precie se dejaría ver, ni muerto, vistiendo una de las
camisas de volantes de Nigel
Ni tampoco se rendiría tan
animosamente ante la calvicie como lo hizo Nigel, sepultando el último de los
que fueron, tiempo atrás, sus voluminosos rizos en una pequeña caja de cartón
con la inscripción «pelo de Nigel» que se podía ver en un estante de su
apartamento
De adolescente, Nigel se había sentido cautivado por el primer ministro laborista
Harold Wilson, quien causaba terror entre la clase dirigente con sus
prolongadas vocales de Yorkshire y su franqueza a la hora de explicar el
significado del dinero: quién lo tenía, cómo lo consiguió y por qué la gran
mayoría de los que carecían de él estaba en posición de reclamar para sí una parte
mayor
Nigel había empezado invirtiendo el dinero de su paga, de la misma forma que otros
hacían experimentos con un juego de química o, los más crueles, sometían a una
babosa a los efectos de una lupa. Ideas matemáticas con sentido práctico, eso era
lo que le gustaba. Pensó en hacerse ingeniero, pero su temperamento requería
una disciplina que dejara más espacio a la disensión y al debate. Descubrió la
economía: el arte de contar historias sobre el dinero
En su mundo, Nigel tenía
más libertad que la mayoría porque, aunque había ganado mucho y se desprendía
de poco, el dinero no lo atenazaba. Las cosas que los demás se sentían
obligados a comprar eran para él un estorbo: teléfonos móviles, televisores. Él
prefería su vieja radio y el antediluviano traje de tres piezas que le había
regalado un amigo. Durante la guerra, su padre, Arthur Wilkins, había trabajado
en una fábrica de vehículos blindados en Basingstoke, una monótona ciudad al oeste
de Londres. Más tarde se hizo pastor metodista laico. Nigel Charles, su segundo
y último hijo, nació a caballo entre las dos mitades del siglo, el 19 de marzo
de 1950, como integrante de una generación para la cual la frugalidad, habiendo
dejado de ser la única opción, se convirtió en una penitencia por los grandes sacrificios
de los demás, o bien en una maldición que había que conjurar mediante el exceso
material
El gran regalo de Nigel
sería un billete en primera clase para un largo viaje en tren, principalmente
para degustar los huevos revueltos de cortesía
Tal vez un poco de pastel a continuación, después de escuchar una charla
edificante. En su apartamento —en una cuarta planta en Kensington, a un paseo
vigoroso del palacio de Buckingham o del parque real; menos vigoroso cuando el
pecho le daba problemas— prefería reparar antes que reemplazar
Sobre la repisa había una fotografía suya en una de sus ocasionales
vacaciones, a bordo de una barcaza. Las estanterías estaban repletas de
economía, finanzas, derecho internacional
Behind The Corporate Veil,
Codica contagiosa, What is Sarbanes-Oxley?
Si estas eran las herramientas
de su vocación, las novelas de Thomas Hardy eran su solaz. Recurría a ellas tan
a menudo que los títulos impresos en sus agrietados lomos eran apenas legibles
Jude el oscuro era su favorita Tal vez se viera a sí mismo reflejado en Jude.
Tal vez comprendiera el significado de todos esos mamotretos acerca del
funcionamiento de la riqueza cuando releía el fragmento sobre los tres hijos
«Porque somos demasiados » Nigel tenía también un único libro de autoayuda: Overcoming
Depression
Parecía que nunca lo hubieran abierto Nigel fue un niño reservado. Sin
embargo, con la edad adulta había surgido en él una desconfianza en la
autoridad que rayaba en el desdén. Para su paso por la universidad, se había trasladado
al lugar idóneo que le permitiera entregarse a esta vena antagonista:
Manchester, una ciudad cuyos habitantes cultivaban el alegre arte de la
insubordinación y estaban preparados para sufrir por ello
Hablaban de la masacre de Peterloo como si la recordaran
Se enorgullecían de los trabajadores que habían aceptado su
destitución como el precio a pagar por alzarse contra los confederados
esclavistas que suministraban el algodón para sus molinos
Fue Manchester la que engendró la Revolución industrial y todo lo que de ella derivó,
incluyendo el Partido Laborista, cuya rama de Kensington, donde la renta media
era la más elevada del país, tendría en Nigel a un firme candidato en sus
quijotescas campañas para obtener el control del consejo municipal
Sus camaradas destacaban su
efectividad como acicate de los poderosos y lo llamaban Exocet, un misil
difícil de detectar antes de su detonación Nigel bromeaba —una broma a medias,
para aquellos que la escuchaban— con que no sabría decir en qué consistía su trabajo
porque era un secreto Había estudiado criminología además de económicas, pero a
lo largo de la mayor parte de su carrera no había hecho nada más intrigante que
investigación económica
Los banqueros lo contrataban para hacerse una idea de cuáles podían ser los
siguientes capítulos en las historias sobre el dinero, y él daba forma a los
argumentos, proyectándose en la mente del clásico personaje estereotipado del economista,
racional y cumplidor Más tarde ocupó un puesto en el Departamento
de Ejecución de la Autoridad de Servicios Financieros (FSA, por sus
siglas en inglés), el órgano que supervisaba a los bancos británicos. Allí,
pensó al principio, había encontrado por fin su hábitat natural. Nigel era un
rigorista, de esos que nunca te dejan hacer las cosas por la vía fácil. En la FSA
no tardó en perder la esperanza con respecto a lo que él percibía como una
reticencia a perseguir los delitos financieros
Por fortuna, justo en ese momento surgió una oportunidad para la
pillería, de esas que hacían brotar la sonrisa plana y hermética de Nigel. Pero
Charlotte Martin estaba nerviosa. Conocía a Nigel mejor que nadie. Se habían
conocido a raíz de una de las campañas que dirigía Nigel contra aquellos que él
consideraba que estaban abusando de su poder; en esta ocasión se trataba de los
arrendadores de los inquilinos de Londres
En lo que concernía a Nigel, los
propietarios estaban aprovechando derechos feudales para chantajear a sus arrendatarios,
entre ellos Charlotte. Se aprendió al dedillo la Ley de Arrendamiento y
bombardeó a los barones de la propiedad con sus propias subcláusulas y su letra
pequeña, ordenadas en una carta de denuncia tras otra
Charlotte era alta y esbelta. En
su voz se adivinaba un dejo de sus raíces de Essex. Tenía una sonrisa que iba
emergiendo lentamente para acabar iluminando todo su rostro. Fueron pareja
durante un tiempo, y después almas gemelas platónicas. Incluso para ella, Nigel
era a menudo inescrutable. Tenía la impresión de estar constantemente
intentando leerlo, descifrarlo. Pero cuando él le dijo que había aceptado un
empleo de algo llamado «responsable de cumplimiento normativo» en la sede
londinense de un banco suizo, ella estaba segura de que aquello no traería nada
bueno
Los banqueros suizos le iban a «apretar las clavijas», le advirtió. Nigel no quiso saber
nada de eso. Era la ocasión de entrar: sería un perro guardián con piel de
cordero. Los responsables del cumplimiento llevaban ya un tiempo rondando, pero
tras un desfile de escándalos corporativos —Enron, WorldCom y los demás—, se
volvieron omnipresentes, la conciencia designada de los grandes negocios
En la práctica, lo que normalmente hacían los responsables de cumplimiento normativo en los
bancos era tratar de envolver a la organización en un velo de rectitud, sin
restringir de manera significativa la actividad lucrativa de los banqueros
El planteamiento de Nigel iba a ser precisamente el opuesto «Puedo obligarlos a cumplir», le
dijo a Charlotte. Su entusiasmo no contribuyó a tranquilizarla Ella se lo
repitió: «No te vayas al BSI» Pero él se fue y, por un tiempo, no hubo ningún mal
en ello
Eso fue dos años atrás, antes
de que todo cambiara. Pero ahora Nigel ya veía lo que se avecinaba El sector
financiero —el que generaba dinero a partir del dinero— se estaba desmoronando,
al menos por el momento Veintidós días después de empezar el año 2008, la
Reserva Federal de Estados Unidos aplicó recortes de emergencia en los tipos de
interés. Por todas las superficies del apartamento de Nigel había recortes de
las páginas de negocios o una extensa propuesta para poner coto a los
inversores.
Había colocado uno de sus resollantes sillones de espaldas al ventanal
grande, de forma que la claridad previa al atardecer manara sobre sus hombros
cuando estuviera allí sentado; abría un único botellín de cerveza —Old Speckled
Hen, normalmente— y comenzaba la lectura vespertina. Como es natural,
comprendía los títulos con garantía hipotecaria y las permutas de riesgo de
crédito. Se daba cuenta de que la mayoría sería sacrificada en beneficio de
unos pocos.
Sabía que después del momento de
pánico se iniciaría la búsqueda del pasado, para desentrañar el relato que
siguiera la pista a partir del naufragio del dinero. Mucha gente, algunos casi
tan inteligentes como Nigel, había sondeado hasta ese punto Pero en lo que
Nigel empezó a reparar durante el transcurso de 2008 fue en que todo el mundo
iba a escarbar en busca del pasado en el lugar equivocado
El padre de Nigel solía decir
que todo aquel que hiciera el mal tendría su merecido. Su hijo pensó que había
que hacer cumplir ese principio. En un viejo cuaderno ajado, que llevaba escrito
en la cubierta «Ordenador al estilo de los setenta», registró las sospechas que
se había formado en sus paseos arrastrados de ida y vuelta a la sede del BSI en
la City de Londres
Había topado, dejó escrito, con
el mayor fraude mundo Y había algo más, algo más profundo —Nigel lo percibía levemente,
con un escalofrío—, relacionado de algún modo con lo que estaba sucediendo con
el dinero: allá, a lo lejos, los gritos de los torturados, el silencio de los
muertos
ÍNDICE:
Un
apunte sobre la verdad
Elenco
PRIMERA PARTE
CRISIS
1
El
ladrón
2
Un
festín
3
Túneles
4
El
Estado dual
5
Silueta
6
Señor
Billy
7
Cierre
8
El
oligarca caído
9
Clasificado
10
Saldar
deudas
11
El
confidente
12
Lo
real
SEGUNDA PARTE
CRISÁLIDA
13
Inicios
14
Big
Yellow
Sumario
15
Órganos
fiscalizadores
16
El
Savarona
17
Caja
B
18
El
reino del Señor
19
Miedo
20
Estabilidad
21
Demasiado
grande para la cárcel
22
Sasha
y Seva
23
La
Copa de la Amistad
24
Presunción
de regularidad
25
Un
auténtico antro
26
Gusto
por el riesgo
27
Dobles
28
El
sistema
TERCERA PARTE
METAMORFOSIS
29
Conquista
30
Privacidad
31
El
puente
32
Sus
huellas no las conoce nadie
33
Ganadores
34
Santo
o pecador
35
El
futuro
36
El
hombre sin pasado
37
Se
acabó
38
El
relato que eliges contar
39
Hechos
alternativos
40
Quid
pro quo
41
Negocios
normales
Agradecimientos
Notes
Indices
thematic
FICHA TÉCNICA:
1
Libro
496
Páginas
Primera
edición
Pasta
blanda en color con solapas
Traducción
de Beatriz Ruíz Jara
Tomado
del título original:
Kleptopia: How Dirty Money
is Conquering the World
Primera edición 2022
ISBN
9788434434776
Autor
Tom Burgis
Editor
Ariel
FAVOR DE PREGUNTAR
POR EXISTENCIAS EN:
Correo
electrónico:
Celular:
6671-9857-65
Gracias
a Google por publicarnos
Quedamos
a sus órdenes
=
= = = = = = = = = =
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ResponderEliminarTom Burgis es corresponsal de investigación del Financial Times desde 2014, después de haber ejercido como periodista en distintas ciudades de Latinoamérica y África. Reportero en más de treinta países, ha sido galardonado con destacados premios en Estados Unidos y Asia, y ha sido finalista de los British Press Awards, los British Journalism Awards y el European Press Prize. Su libro The Looting Machine fue premiado por el Overseas Press Club of America.
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ResponderEliminarGracias, estamos listos para atender
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Teléfono: 800-832-7697 llamada gratis en nuestro país;
CELULAR + 6671 – 985 - 765
WHATSAPP + 521 6671-9857-65
En el correo: alfonsomonarrez@gmail.com
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