domingo, julio 17, 2022

POLITICA DE LA CRIMINOLOGIA

 

POLITICA DE LA CRIMINOLOGIA UNA INTRODUCCION

1 Libro Autor Augusto Jobim Do Amaral

Editor Tirant Lo Blanch

PRIMERA EDICIÓN 2022

 

LIBRO POR ENCARGO

Escribir unas palabras de introducción a un libro, un buen libro, como el de Augusto Jobim do Amaral, entraña cierta dificultad. Especialmente para aquellos que, como yo, no somos criminólogos de profesión. Por supuesto que el ejercicio que realiza Augusto Jobim do Amaral es perfectamente claro y, al menos para mí, perfectamente aceptable. Por un lado, pone bajo sospecha lo que normalmente se entiende por “critica”; por otro, acredita la reversión que hace de la misma, es decir, de la crítica, una práctica científica y un discurso bien posicionado

Intento explicarme. Incluso el más advertido de los ejercicios críticos se mueve generalmente a partir de al menos dos supuestos que se asumen como ciertos

El primer supuesto es el de considerar que se sabe cuáles el objeto a criticar; el poder y el exceso de poder, los títulos de legitimidad bajo los que se ejerce el poder, las prácticas nocivas que indican un uso distorsionado o desproporcionado del poder. Incluso antes de hablar de los regímenes del ejercicio, el término “poder” se rectifica (una “cosa” que alguien posee) y se mantiene como inherente a sí mismo, o permanente, con respecto a las diferentes situaciones en las que actúa y opera materialmente

Con ello, la drástica heterogeneidad de los dispositivos de poder se pierde irremediablemente. El poder que ejerce el encierro en la fase pandémica no tiene nada que ver con el que ejerce un profesor cuando consigue ser seguido por una clase de alumnos o con el muy feroz y tiránico que ejerce un niño contra el sueño de su padre. El poder –es la primera lección tomada de Michel Foucault, uno de los autores de referencia para Augusto Jobim do Amaral-, además de no ser nada monstruoso, invencible o vinculado a los estados de excepción que instaura y sobre los que actúa como soberano, ni siquiera es una cosa, sino una relación social (exactamente como la relación del capital, diría Marx) y, como tal, es siempre reversible o subversible. El poder es una relación precaria

El segundo supuesto de la crítica, lo que ingenuamente asume como aproblemático, es que la crítica, cargada de un valor supratemporal de universidad, recae sobre cosas angélicas, desde una pura posición de vuelo. Es decir, desde la posición de aquellos que, desprendidos ocasionalmente de las impurezas y miserias de la vida humana real, irrumpen para arrancar la máscara del poder y de sus detentadores, restituyendo así el derecho a la verdad ofendida. Esta es una función que la crítica ha asumido, en particular, desde la ilustración. Portavoz y defensora de los derechos humanos, la crítica se sitúa ante el poder como esa forma particular de ejercicio de la razón que puede llamarse publica precisamente porque surge de un espacio social indiferenciado e igualitario, siempre numéricamente mayoritario y universal en relación con quienes –y nunca sin culpa, como dirá San Justo cuando sea arrastrado a la horca después de haberla ejercido- gobiernan o ejercen el poder político. El soberano es siempre culpable desde el punto de vista de la crítica. Y la crítica es siempre desinteresada e inocente si, desde el principio, lleva la túnica de lo universal

Hay un par de cosas relacionadas con esta posición que me parece oportuno destacar. La crítica, incluso cuando interviene en el ámbito de las prácticas organizadas, no ha podido renunciar durante siglos a esta postura moral. Verdadero / falso, bueno / malo, bien / mal son las categorías esenciales para una crítica que pretende desenmascarar al poder. Pero que haya una realidad más verdadera que la realidad dentro de la cual circulan los afectos materiales de un poder que sólo puede entenderse como una pura instancia represiva (como falsa, malvada, malévola) es un hecho cuya evidencia hace tiempo que se tambalea. El poder es inmanente a la realidad y debe de entender también como capacidad de hacer, como facultad de origen, como desencadenante de acciones y prácticas colectivas en vista de ello, la crítica no puede representar la moral. Y es que lo universal, en nombre de lo cual se han declarado los derechos que parece querer vengar, se ha mostrado históricamente como un universal excéntrico, cuya parcialidad ha sido reiteradamente denunciada por la toma subjetiva de la palabra por parte de aquellos y aquellas (mujeres, esclavos, proletarios, negros) que el universal blanco, masculino y burgués, desde su amanecer de enunciación, la revolución Francesa, ha excluido materialmente de su perímetro

La crítica no funciona reduciendo la realidad. Una realidad ideológica o falsa descubierta por el gesto del pensamiento que la opone a la verdadera realidad; aquella que se revela en el cielo desinteresado, imparcial y puro de la teoría. Acabo de señalar cómo la genealogía de la idea moderna de crítica se remite a la parábola histórica que une –como se ve en el extraordinario relato de Alexis de Tocqueville- el absolutismo y la Revolución Francesa

El espacio moderno de la crítica está cortado de raíz por los mecanismos de sometimiento y privatización de la soberanía absoluta. El imperativo de acabar con las guerras religiosas ha impuesto que la interminable discusión sobre la verdad de la fe se cierre con la verdad del soberano. Restringida al secretismo de la opinión privada del sujeto, la crítica es la opción que, mientras no abandone el amparo del espacio público, queda disponible como fuente de la re-politización de esa sociedad civil que el soberano, con su ley, protege sólo como espacio liberado para la acumulación de capital por individuos aislados que el poder “libera” de la amenaza de una guerra de todos contra todos, dentro de la cual no sólo la vida es miserable y precaria (“poore, nasty brutish and short”), como se dice en el capítulo XIII, parte I del Leviatán de Thomas Hobbes), sino que, sobre todo, en ausencia de la Ley no ofrece la posibilidad de establecer y defender, la diferencia entre lo mío y lo tuyo, establecida por la propiedad privada (“no Propriety no Dominion, no Mine and Thine Distinat)

Reinhart Koselleck demostró magistralmente, en la estela de la lectura de Hobbes sobre Carl Schmitt, cómo es en esta dimensión del secreto, posibilitada y protegida por el respeto a la ley del soberano, que se organizó como cuerpo moral y a través de las instrucciones que se atribuyen libremente como tales –desde las academias, a las sociedades eruditas, pasando por las logias masónicas-, esta función de crítica política que estallará en la arena publica, decretando el fin del Absolutismo Monárquico en la revolución de 1789

Me parece que Augusto parte del supuesto de que este conjunto de coordenadas –la separación de la crítica, el dualismo entre la sociedad civil y el poder político, la exigencia moral de una crítica desarmada del propio objeto –debe darse definitivamente por terminado. Y esta es también, en lo que me concierne o es útil señalar aquí mi posición

Una crítica del conocimiento requiere más

Requiere, ante todo, la asunción de la condición de interioridad que le atribuye a cada uno el ámbito de la verdad que práctica. Romper las rutinas del trabajo académico significa valorar la politización inmediata de la posición a la que estamos sujetos. Posición en la que estamos objetivamente fijados –no hay neutralidad en la organización y reproducción del conocimiento: los proyectos de investigación, las opciones de carrera, las elecciones de métodos son, en la Universidad neoliberal, condiciones de ejercicio del trabajo intelectual subordinadas a los puntos de referencia, a las estrategias de gobierno, a las oportunidades o al fracaso de las inversiones y los planes de estudio –y posición en la que podemos apalancarnos subjetivamente para producir efectos de reorganización, redefinición o desplazamiento de los límites del campo en el que estamos insertos

Aquí, obviamente, la crítica no es una inversión desde el exterior sobre el objeto (o conocimiento) criticado en cambio, firma parte de la interioridad del proceso de despliegue del conocimiento del que comparte la posición. La energía circula. No invierte verticalmente en las relaciones que sólo aparentemente domina. Muchos intelectuales se ofrecen conscientemente –imaginando que están ganando una posición o simplemente “haciendo bien su trabajo” –como pivotes para la reproducción ampliada de los paradigmas del conocimiento dominante. En nuestro campo, la filosofía política, son innumerables los que, movidos por muy buenas intenciones –elaborar teorías de la justicia, afinar el discurso normativo, corregir las aporías de los criterios distributivos- refuerzan la hegemonía global de eta teoría política analítica en la que se basan décadas de estrategias neoliberales. En el ámbito de la criminología o la penalidad, estos procesos son tan radicales como disimulados o, quizás, menos visibles

He señalado anteriormente cómo el dispositivo moderno de la crítica se instala en la separación entre la sociedad y el Estado, en la diferencia entre lo privado y lo público. Pero, ¿sigue siendo posible mantener el nivel de esta separación cuando las prisiones- obviamente sólo un ejemplo primario –se subcontratan a particulares?

Entre 1990 y 2009, el número de reclusos en las prisiones privadas estadounidenses creció un 1600% y –me parece una cifra igualmente significativa- el grupo que ocupa la posición dominante en el mercado, el Grupo Geo, fundado en 1954 por un antiguo empleado del DBI, George Wackenhut, posee ahora también centros de detención en el Reino Unido, Sudáfrica y Australia. Si el poder de castigar ha estado arraigado en la constitución y en los poderes públicos durante siglos, ahora está claramente en proceso de desconstitucionalización, mientras que su gobernante se dota de estructuras híbridas, “asociaciones público – privadas” y lo que solía ser una función estatal –la ejecución de la pena, según el eje de la retribución, disuasión y recuperación del delincuente- se convierte en una oportunidad para crear y acumular valor para las empresas trasnacionales.

La crisis de la sociedad laboral se refleja también en las estructuras, en las cárceles, que han abandonado la tarea de re-introducir en el circuito social a figuras recuperadas del código laboral y que se han convertido en inmensos vertederos para las sobras de las glorias de la sociedad neoliberal hipercompetitiva. Además, en estos modernos dispositivos de almacenamiento del exceso de humanidad, no son sólo reclutados los carceleros: psicólogos, médicos y paramédicos, criminólogos y sociólogos de la desviación son figuras centrales para el desarrollo y la aplicación del proyecto general de redefinición de su lógica de funcionamiento

Pero no solo eso: con un giro decisivo en la dirección del entorno procesado por los algoritmos que la modulan, el dispositivo penal ya no solo identifica, procesa o castiga a los individuos, aquellos cuyo proceso de “fabricación” estaba en el centro de las estrategias disciplinarias en la época del gran internamiento, en el momento álgido de la transición entre los siglos XVII y XVIII, sino que trabaja en clave sistemática para reducir la complejidad contextual de su funcionamiento, enfriando el potencial criminógeno de los acontecimientos, describiendo curvas de normalización o tolerancia, trabajando para prevenir los “riesgos”, incluso cuando u ocurrencia real resulta improbable. La estrategia de control se volvió más inteligente, más centrada precisamente por ser menos rígida mucho más acorde con la demandada de seguridad y con las prioridades que surgen de la sociedad, más dispuesta a colaborar con las comunidades de forma preventiva, renunciando –este otro aspecto decisivo de lo que, en la estela de Michel Foucault, suele llamarse la “gubernamentalización” del poder –al monopolio de la violencia que tradicionalmente se le atribuía. La lógica centrípeta de internamiento y vigilancia se redobla en una lógica centrifuga de cartografía de los entornos sociales y de los factores de riesgo que los atraviesan, a medida que se les deja libres para evolucionar según las dinámicas indisciplinadas que les son propias y que ninguna función gubernamental pretende controlar de antemano

Apostando por el léxico de la prevención, la criminología se ha convertido en un plan de vinculación e intercambio de información entre organismos y especialistas que, habiendo abandonado su función educativa, psicológica o social específica, pueden ser reclutados para la labor de detección y modulación de situaciones

Hombres y mujeres, fracciones de población o áreas metropolitanas se han convertido, también gracias al trabajo de criminólogos, voluntarios y miembros de organizaciones no gubernamentales, en grandes obras para la extracción de datos o para la elaboración de perfiles de comportamientos, estilos de vida, índices de peligrosidad, basados en los índices de ingresos catastrales de las viviendas o en el aumento y disminución de las inversiones en seguros

El riesgo no puede ser eliminado: es la variable  ambiental cuya ocurrencia contingente, totalmente irreductible, es una cuestión a gobernar. Y para esta tarea de gobierno se reclutan los conocimientos y sus portadores que, desde la política de su posición (subjetiva u objetiva, activa o pasiva) no pueden decirse previamente exentos

Aquí, por tanto, se hace imprescindible una política de conocimiento. Asumir la posición que se nos atribuye por la circulación de los dispositivos y por los efectos del poder que nos atraviesa –este poder tan común hasta el punto de ser bastante cotidiano, invisible, tan cercano y familiar para todos, que modula nuestra vida sin percibirlo- es el primer paso para responsabilizarnos –también como académicos, profesores investigadores- de lo que somos y de lo que hacemos

En el caso de Augusto Jobim do Amaral, es esta posición lo que hace posible una política de la criminología: tratar los bienes del conocimiento como un espacio de confrontación permanente entre la libertad y la dominación. Eso, en mi opinión, hace que este libro sea importante

Escrito por Sandro Chignola de la Universita Degli studi di Padova – ITA

NOTA DE TRADUCCIÓN:

A pesar de las repetidas referencias al espacio brasileño del que partimos, hemos mantenido intactas tales aproximaciones críticas de la versión original del libro, ya que entendemos que cada lector de habla hispana sabrá interpretar las partes que bien pueden llevar a dimensiones más o menos especificas según cada contexto. Asimismo, hemos mantenido las referencias y citas originalmente trabajadas, con traducción libre al español, siempre que ha sido necesario

ÍNDICE:

NOTA DE TRADUCCIÓN

PREFACIO

Sandro Chignola

PRÓLOGO

Gabriel Ignacio Anitua

INTRODUCCIÓN

= CONTRAPODER Y REFLEXIÓN CRIMINOLÓGICA

= CRÍTICA Y CRIMINOLOGÍA EN LA ACTIVIDAD: LA ACTITUD

= LÍMITE DE LA PROBLEMATIZACIÓN A LAS PRÁCTICAS PUNITIVAS

= PODER PUNITIVO:

DISPOSITIVO PRÁCTICO, SITUACIONES ESTRATÉGICAS

Y RESISTENCIA AL GOBIERNO DE CASTIGO

= INSERVIDUMBRE VOLUNTARIA Y LÍNEAS DE FUGA

REFERENCIAS

FICHA TÉCNICA:

1 Libro

80 páginas

Pasta delgada en color plastificado

Primera edición 2022

ISBN 9788411307963

Autor Augusto Jobim Do Amaral

Editor Tirant Lo Blanch

 

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1 comentario:

  1. Libro POLITICA DE LA CRIMINOLOGIA UNA INTRODUCCIÓN

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